jueves, 2 de junio de 2016

Las formas sí importan

Hace no mucho, hablando con un amigo, me comentó una anécdota que le ocurrió un día cualquiera:

Él estaba, con el coche, aproximándose a un cruce en el que no tenía prioridad y, casi en medio del cruce, se dio cuenta de que otro coche entraba teniendo este último prioridad. Mi amigo frenó en seco para evitar el choque, al igual que el otro coche, y levantó la mano en forma de petición de disculpas, sin embargo el conductor del otro vehículo comenzó a increparle y a insultar.



Mi amigo procuró estar calmado en todo momento y le decía que no iba a entrar en el juego de comenzar a insultarse, mientras el otro seguía "vomitando serpientes". Finalmente, el conductor agresivo se marchó sin parar de vociferar después de una salida al más puro estilo de la F1.

¿Qué habríais hecho si vosotr@s hubiérais estado en la misma situación que mi amigo? ¿Os habríais enfrentado a él, os habríais marchado antes sin entablar ni una palabra, habríais defendido vuestra postura?

Lo importante es que, aunque el otro conductor tenía razón en que mi amigo entró en el cruce de forma incorrecta, perdió las formas en el mensaje y por tanto el mensaje se esfumó en la situación. Con esto no digo que tenga que existir un buen rollo en todo momento, pero exagerar en la reacción de forma tan amplia desvía la atención en "el cómo" en vez de "el qué". Si discutimos con alguien sobre un tema y perdemos las formas en la discusión, lo que pasará es que esta comenzará a ser una pelea de ataque y defensa o de sacar trapos sucios los unos de los otros.



En el caso de que la otra persona sea la que comienza a perder los nervios, no lo hagas tu también. Recuerda sobre qué estábais hablando, no respondas inmediatamente y menos a los insultos, intenta reconducir el asunto de nuevo a donde fue dejado o corta la conversación invitando a la persona o personas a retomarla cuando se haya/n tranquilizado.

El cómo decimos las cosas sin que sea una discusión también puede permitir o no que la otra parte esté más receptiva al mensaje. No es lo mismo decir "te veo cambiado" que "has engordado". Se puede ser honesto pero tener delicadeza, si es necesario, al dar la información, porque además no todos tomamos la sinceridad de la misma manera, cada receptor es un mundo y sus sensibilidades completamente diferentes. Si quieres llegar mejor con el mensaje, conoce mejor al receptor para saber cómo llegar a él/ella mucho mejor.


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